
La encontré, se veía hermosa. La quería para mí y decidí ponerla en una cajita de cristal, ella se sentía a gusto, estaba bien conmigo y yo con ella; hablábamos todos los días incansablemente porque siempre había un tema o a veces simplemente nos necesitábamos mutuamente para engañarnos y pensar que no estábamos solas.
Pero mi torpeza me jugó una mala pasada y la cajita se cayó de mis manos. Se hizo trisas en el suelo y ella se enojó mucho conmigo; yo le había quitado la libertad pero no había sido lo suficientemente responsable para con su vida. Entonces me abandonó y salió a buscar una nueva cajita, quizá un poco más segura que la mía.
Y bueno… acá estoy yo sola de nuevo, un poco triste pero acostumbrada a vivir con mi torpeza. La vida sigue y no necesita a nadie para existir, sólo a mí.
Pero mi torpeza me jugó una mala pasada y la cajita se cayó de mis manos. Se hizo trisas en el suelo y ella se enojó mucho conmigo; yo le había quitado la libertad pero no había sido lo suficientemente responsable para con su vida. Entonces me abandonó y salió a buscar una nueva cajita, quizá un poco más segura que la mía.
Y bueno… acá estoy yo sola de nuevo, un poco triste pero acostumbrada a vivir con mi torpeza. La vida sigue y no necesita a nadie para existir, sólo a mí.